No, no se trata de una mala broma, este domingo se confirmó un nuevo dopaje de Jon Jones. De acuerdo con información confirmada por USADA y Dana White, el pasado 6 de diciembre Jon volvió a dar positivo por rastros del mismo metabolito encontrado en su sistema en 2017.
Pero eso no es lo más sorprendente. De manera inexplicable y a todas luces ilógica, USADA ha decidido no sancionar a Jones. De acuerdo con la Agencia Anti Dopaje de los Estados Unidos, los resultados de la prueba son simplemente residuos del dopaje de 2017.
En aquel momento se dijo que era como echarle una pizca de sal a una alberca olímpica. Sin embargo ahora resulta que ese mínimo rastro permanece en el organismo por más de un año. Como quiera que sea, USADA y UFC le dan la vía libre a Jon Jones para pelear este sábado en UFC 232. Pero la Comisión Atlética del Estado de Nevada se ha negado a otorgarle la licencia. Por lo tanto se ha decidido mover el evento de Las Vegas a Los Angeles.
Como reportamos hace unos días, Jon había recibido una licencia temporal en California. La intención de ese trámite fue simplemente para poder solicitar licencia en Nevada. Tras revelarse el dopaje, resultó ser la salida perfecta para dejarlo pelear con tal de salvar la cartelera.
El propio Dana White declaró en Sportscenter estar decepcionado de los interminables errores de Jon Jones. Pero, según Dana, Jones no hizo nada malo esta vez y la prioridad de UFC es que se dispute el título de peso semi completo. Por lo tanto, su pelea ante Alexander Gustafsson sigue en pie, sin importar lo que digan las reglas.
“Según USADA no ha habido violación al programa anti dopaje, ellos lo autorizan para pelear. Consultaron con expertos alrededor del mundo y en otros deportes. Todos concluyen que no se trata de una nueva ingestión de la sustancia sino simplemente residuos de la anterior.”
UFC vuelve a darle prioridad al negocio y a proteger a un peleador que tiene problemas para mantenerse limpio. ¿Peleadores de menor perfil recibirían las mismas concesiones?